lunes, 30 de junio de 2008

En mitad de la nada

No era el momento exacto en el que debía decirle aquellas palabras salidas de lo más profundo de su ser. Ella le miraba esperando un alivio que no llegaría, pues no era el amor de él lo que podía liberarla, sentía en su alma un dolor más profundo que el que provoca la necesidad de ser amado. Un deseo oculto y una traición era lo que llevaba cargado a sus espaldas. Pero él grabó a fuego en su memoria aquel beso robado. "Lo siento", dijo. "Tenía que hacerlo".

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